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Retrospectiva a un genio: Hubert de Givenchy.


El Museo Thyssen-Bornemisza nos da a los ciudadanos de Madrid (y a privilegiados turistas) la oportunidad de disfrutar de toda una oda a la moda: la exposición de las mejores creaciones del Conde francés Hubert de Givenchy que fundó en 1952 en París su propia casa de costura, la Maison Givenchy, frente a otros diseños más conservadores del momento hasta el 18 de enero de 2015. Tras décadas de éxito y reconocimiento, Givenchy vendió su firma en 1988 al grupo empresarial Louis Vuitton Moët Hennessey (LVMH) y se retiró definitivamente siete años después.


La exposición. Desde la famosísima blusa Bettina, llamada así en honor de una de las modelos más bellas de la época además de buena amiga del diseñador, hasta los trajes que lució la maravillosa Audrey Hepburn en películas como Sabrina (1954) o Desayuno con diamantes (1961) todos y cada uno de ellos comisariados por el propio Givenchy hasta el más mínimo detalle. A la blusa Bettina le siguieron otras creaciones surgidas de una imaginación adelantada a su tiempo, como unos vestidos de noche con el cuerpo suelto que podían llevarse también con falda o pantalón, de ahí su nombre: separates.


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Hay una fantástica selección de vestidos cortos y piezas de piel. En esta parte de la exposición me llamó mucho la atención un cinturón que era una zarpa de un felino (foto). Creo que era maravilloso.

La seda y el lamé protagonizan las salas siguientes para mostrar una de las principales enseñanzas de su maestro Balenciaga, la importancia de los tejidos. Este trabajo con los distintos materiales junto al tratamiento cromático que les daba, por ejemplo a las pieles, hicieron de él un diseñador innovador y rupturista. Esta parte del recorrido culmina con una muestra de vestidos que combinan el blanco y el negro, introduciendo ya aquí la que será una de sus mayores señas de identidad: la maestría en el trabajo con el color negro.

El núcleo de la exposición está dedicado a mostrar las creaciones para algunas de sus principales clientas, figuras esenciales que le ayudaron a conseguir el éxito. Destacan entre ellas cuatro mujeres icónicas de la historia de la moda: la duquesa de Windsor, la princesa Grace de Mónaco, Jacqueline Kennedy y, principalmente, la actriz Audrey Hepburn, su musa y embajadora de su marca desde que se conocieron en 1954. Una de las piezas más esperadas es el vestido negro de Audrey Hepburn en la película Desayuno con diamantes, en mi opinión está expuesto un poco lejos de la vista de la gente y no se puede apreciar tan bien como otras creaciones. Y del negro y sus muslos, al uso del color. En otra sala se puede observar de forma especial la influencia en sus diseños de los grandes pintores de la historia. Estas conexiones continúan en la sala siguiente, donde se establece un diálogo directo entre cuadros de Miró, Rothko, Ernst, Fontana o van Doesburg con algunos de sus vestidos más espectaculares. En el siguiente espacio una selección de estos extraordinarios vestidos de novia, realizados en diferentes épocas y enmarcados en un escenario muy floral. Y frente al blanco inmaculado de los trajes de novia, otra de las cimas de su talento: las creaciones para la noche, donde el negro, su color fetiche, destaca por encima del resto de tonos. Fue Givenchy quien consiguió por primera vez una maestría en el trabajo impecable del color negro con la culminación y popularización del famoso ‘little black dress’, una pieza de indumentaria que se convirtió desde entonces en indispensable en cualquier armario. En estos vestidos de aparente sencillez es donde mejor se aprecia la pureza de líneas y volúmenes que el maestro Givenchy sabía dotar a sus creaciones bajo la permanente influencia de Balenciaga. Lo que más me gustaron fueron los complementos: gafas, pendientes enormes, guantes, sombreros, etc. Todos y cada uno de ellos me los pondría actualmente sin problemas, porque como dice mi madre, "la moda es un saco". +INFO: Un nuevo ciclo de cine acompañará también esta excepcional exposición. Se han programado una decena de películas que se podrán ver los sábados, con acceso gratuito, desde mediados de noviembre hasta que finalice la muestra. La entrada general son 11€ y la reducida (para mayores de 65 años o con carné joven) 7€. Merece la pena, de verdad, lo recomiendo a todo el mundo al que le apasione la moda. Aquí os dejo una selección de mis piezas favoritas, pero mucho mejor apreciarlas en vivo.



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